Ayer presentamos el análisis de la viabilidad de un pequeño negocio tradicional en traspaso. Los emprendedores querían una opinión objetiva sobre la bondad del negocio, tratar de reducir la incertidumbre de toda inversión antes de arriesgar los ahorros de su vida.

Se analiza la inversión a realizar y la rentabilidad esperada, en varios escenarios, para así que el emprendedor decida si quiere o no entrar en el negocio. Evidentemente no se manejan cifras absolutas, verdades incuestionables ni bolas de cristal, se trata más bien de saber qué se puede esperar del negocio, en que rango de rentabilidad se sitúa suponiendo que las cosas no sean tan buenas como nos las pintan, normales, o con una clara evolución gracias al empuje del emprendedor.

Los números no engañan. Se muestran, se modifican en base a las posibles incertidumbres del negocio, para ver cómo afectan al resultado final y se ve si el negocio cubre o no las expectativas del inversor. Aquí es donde más plásticos son los resultado, puesto que lo que para una persona en paro es la solución a un problema, pues se encuentra con una inversión de la que, trabajando, puede obtener un sueldo de 1.500 a 2.500 euros al mes, para otra persona resulta ser decepcionante porque su actual trabajo supone menor esfuerzo estando igual o mejor retribuido. Y es que en economía casi todo es relativo, la inversión no se puede calificar como buena o mala sin incluir factores personales, el denominado perfil del inversor, hasta entonces mejor hablar de rentabilidad de x%, ni buena ni mala.